Barrio Manquehue

Una crónica para la sección de barrios de KmCero:

 Foto: Juan Pablo Echenique/KmCero.


Por siempre grosso

La tarde del martes 27 de abril (2010) se quemó parte del Caracol Vip’s, en Las Condes. Pese a ello, en Apoquindo con Manquehue, los ‘80 no han logrado extinguirse. Aún con el Metro al frente y la remodelación del Apumanque, hay cosas que nunca cambian.

Sin pantalones amasados, alpargatas ni las canciones de Miguelo (menos mal), aún queda algo de los ’80 en Santiago. En Apoquindo, entre las calles Manquehue y Rosario Sur, está el primer mall de la capital, Apumanque, inaugurado en 1981. Pese al flamante Metro Manquehue que lo enfrenta y a su look renovado, se sostiene en el encanto de sus tiempos de gloria. Es como las bandas de rock: sabemos que nunca nos volverán a deslumbrar como en la adolescencia, y aún cuando se pongan en onda con los nuevos tiempos, algo en ellas seguirá sonando a antiguo, a recuerdo, a nuestros recuerdos.En el Apumanque, independiente del año, hay escenas que se repiten en cada generación. Aunque en el faro ya no hay un restaurante de comida rápida abierto las 24hrs., sino que un banco, todavía los adolescentes se reúnen a su alrededor los sábados por la noche para sacar de bolsas de papel café unas grasientas hamburguesas, compartir el kétchup para las papas fritas y echar la talla, mientras en la oscuridad, la calle se ilumina de vez en cuando con los autos que pasan rajados, y que con sus luces muestran a los taxistas del estacionamiento del centro comercial que esperan a algún caminante solitario. El Apumanque, que fue escenario juvenil en el libro Sobredosis de Alberto Fuguet, para no quedar en el olvido frente a los modernos y grandes malls, se puso a tono con una nueva fachada en 2007. La escultura de Matilde Pérez que daba la bienvenida al centro comercial fue reemplazada por una remozada imagen que presenta dibujos de pop art. Además, se creó un logo que reemplazó a las antiguas letras metálicas que escribian “Apumanque”. El arquitecto Felipe Assadi tuvo a su cargo el proyecto de lograr que los ochenta dialogaran con los tiempos actuales. Que los que iban antes cuando eran “lolos”, ahora, convertidos en padres o madres, lleven a sus hijas a comprar ropa en liquidación o a sus niños a elegir cien gramos de algún chocolate en uno de los locales más antiguos. Una de esas dulcerías old school en las que los ancianos con cotona entregan las golosinas en bolsas de papel. También inamovibles del barrio, son las tiendas alrededor del mall. Si algo tienen en común, es lo específico de sus rubros, tan específicos que cuesta imaginar que aún sobrevivan. Si necesitas mandar a hacer una torta de cumpleaños con dibujos de la tele, cañas de pescar, tarjetas de bautizo o Bambú en conserva, estos locales son la opción. El clásico de los clásicos en lo que respecta a tiendas en el barrio, es Panamtur. La única tienda capaz de demostrar que prácticamente todo lo que alguna vez haya inventado un ser humano puede funcionar con pilas, es transportable y aunque no esté muy claro por qué, es estrictamente necesario. Panamtur es la madre de los productos “¡Llame ya!” en nuestro país y hasta tuvo un comercial de televisión que rotaba en UCV. Cómo no tentarse con creaciones tan impresionantes como El cepillo mágico para pelusas, que no debió faltar en casa alguna durante los ’80. A menos de una cuadra y parecido a un fantasma, en Rosario Sur, está el caracol Vip. Pasó el terremoto del ‘85, el de febrero de este año y un reciente incendio que afectó a su techo. Aún así, aparece como una propuesta arquitectónica poco práctica en muchos sentidos: desde la iluminación, los problemas a las piernas que tienen los locatarios y la necesidad de caminárselos enteros en subida, para llegar a un local. El Vip de fachada gris y avejentada, en su planta inferior tiene un Teletrak, ideal para que los maridos esperen, mientras sus esposas van a las costureras o se hacen un peinado, porque si algo abunda en este barrio son lugares para arreglar ropa, peluquerías y centros de depilación. Todos comparten el mismo objetivo: renovar. Para que lo viejo parezca nuevo, para que lo grosso sea filete y lo taquilla, bacán.

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