Publicado en Medium el 19/12/2016.

Texto y fotos por Enrique Núñez Mussa
Aunque salieron pasadas las 2.15 A. M., valió la pena la espera. Los Fiskales Ad-Hoc son una de esas bandas con las que sentía una deuda personal. Tenía que verlos en vivo y esta que es su gira de despedida, era una de las últimas oportunidades.



Hace años entrevisté un par de veces a Álvaro España y para eso tuve que estudiármelos, escuchar la discografía completa, ver el excelente documental Malditos, ir a la Fiskalía en el Eurocentro para encontrar lo que ya no estaba disponible en ningún otro lado, ver cientos de videos en YouTube, leer blogs, etc.
Así aprendí sobre una banda que ha tenido la coherencia para mantenerse constante como un grupo de amigos, sostenida principalmente entre la amistad de España y el Roly (bajo). Todos los que trabajan con ellos funcionan como una familia, por eso ahora que algunos ya tienen la propia, no pueden seguir, pero como me dijo una vez España: «No tenemos donde caernos muertos, pero con el Roly estamos tranquilos de que ya somos parte de la historia de la música chilena».



Visibilizaron el punk y supieron responder a una urgencia que también los apuró a ellos. Comenzaron desde las ganas antes que de la melomanía. España nunca aprendió a tocar un instrumento, el primer baterista era menor de edad y ni siquiera sabían cómo hacer un disco cuando grabaron el primero. Lo de los Fiskales era encontrarse con el público en las fiestas alternativas clandestinas durante la dictadura.

Ese era gran parte del público de anoche, personas que habían envejecido con ellos, pero también algunos jóvenes, dos mocainos de deslumbrante altura celeste y púrpura, chaquetas con remaches, otro mocaino más discreto, los tres tendrían menos de 30 años, y deben haber encontrado en las letras lecturas nuevas que dan cuenta de un malestar actual.



A ellos les habló España y aunque nuestras formas son diferentes, estuve muy de acuerdo en el fondo de su discurso, no muy distinto a lo que le aconsejo a mis estudiantes: «Ahora con un computador la educación está ahí. Edúquense cabros. Todo es mente». Qué más punk que las ideas y el conocimiento.
El vigor de su sonido y la fuerza que tiene en vivo una canción como «Condor» acentúa con la enajenación de los sin polera bañados por la cerveza. La banda no sólo ha llegado a un nivel de profesionalismo en que se escucha igual o mejor que en un disco, sino que es capaz de crear un espacio de euforia y conexión con su público.
Producen cercanía, suben gente al escenario, pasan el micrófono. El hecho de que vivan en un mundo donde los seudónimos importan más que los nombres (el Hueso, el Marihuana, el Vaquita etc.) da cuenta de ese candor.
Quería además de verlos en vivo, ir a mirar, escribir apuntes y tomar fotos, de alguna manera, registrar cómo es uno de los últimos encuentros de esta banda con sus seguidores.



No quedé conforme con las fotos, fue difícil tomarlas, porque se genera en sus tocatas un lindo momento frente al caos, pero creo que algo revelan sobre el ambiente y la jornada.