Fui invitado por la Revista Guatemlateca Qué Pasa en Antigua a inaugurar la sección de columnas en su edición de julio 2009, con un texto en español e inglés con fotos. La idea era pensar Antigua. Acá va el resultado con las fotos que aparecieron en el papel./ I was invited by the Guatemalan Magazine Qué Pasa en Antigua in their july 2009 edition, to start their column section with a text in spanish and english with pictures. The idea was to think Antigua. Here is the result with the pictures that appeared in the paper.
EN CONSTRUCCIÓN
Las ruinas son heridas que no han terminado de sanar, advertencias sobre la piel que han convertido a Antigua en una ciudad en permanente construcción. Las visito, las observo y no veo más que vida, jardines verdes manchados con flores de colores donde juegan niños, parejas de enamorados que emiten vibraciones de pura energía en cada beso, estudiantes forjándose a sí mismos y elementos de construcción de diversa índole repartidos por doquier, andamios, cubetas para el agua, martillos. Instrumentos de curación que en lugar de sanar mantienen las heridas abiertas para preservar las ruinas.
Las mismas ruinas que en las tardes, cuando se han cerrado las puertas y sus visitantes se han ido, lloran en silencio, se ha acabado la distracción y están obligadas a ver sus cuerpos deformados, destruidos unos sobre otros, pilares desmembrados que finalmente se han vuelto la base para conformar lo que la ciudad es hoy. Con su llanto contagian a Antigua completa y quizás por eso en la tarde comienza a llover, son lágrimas de terror de una ciudad que un día perdió su identidad. El fantasma del terremoto de 1773 aparece como sinónimo de abandono.
Por ese motivo necesita tanto de sus visitantes, para volver a existir. Los turistas llegan a Antigua como víctimas de una corriente magnética; es un llamado subterráneo, desesperado. Ellos arriban y la tiñen con sus acentos y paseos por el Parque Central. Los morados, amarillos y verdes de las tiendas de artesanías se confunden con los caquis de los pantalones y shorts, con las mochilas sucias y las botas gastadas. Algunos regresan hasta por segunda, tercera y más veces, otros se quedan para siempre, pero muchos no vuelven más. Y es este grupo el que finamente se llevará por el resto de sus días una sola imagen, un fragmento de tiempo encapsulado en fotografías digitales que ayudan a refrescar la memoria.
Finalmente ese lapso espacio temporal arbitrario y único será Antigua para ellos, sólo esos olores, sonidos, sabores. Ese es uno de los principales encantos de la ciudad, que nunca es la misma, porque la constante renovación de sus visitantes la convierte en una ciudad en permanente construcción.
Dos turistas entran a un bar, no se conocen, ambos son jóvenes y de nacionalidades diferentes; él habla algo de español y decide acercarse a ella, la invita a un trago, ella está sola y de pasada, en dos días más continuará viajando por Centroamérica: El Salvador, Honduras y volver a casa. Él, en cambio, estará por un mes en Antigua, vino a perfeccionar su español, sus padres son latinos, pero creció en los Estados Unidos. La conversación fluye como todo en la ciudad, agradable, gentil, sonríen sin esfuerzo, toman más de un trago. Ambos están solteros y tienen dos días más para definir el final de esta historia. Independientemente de la decisión que tomen, para cada uno de ellos Antigua será esa noche, esa conversación, las risas, aún cuando es posible que ninguno de los dos vuelva a pisar la ciudad, ellos se convirtieron en la ciudad el uno para el otro.
Al momento de definir Antigua, dejando de lado los adjetivos que merece su bella arquitectura colonial o la palpable fe que transmiten sus iglesias, tratando de buscar esa esencia que conforma la identidad. Me atrevo a decir que Antigua es una ciudad Samsa.
Al comienzo me extrañó que uno de sus restaurantes se llamara Kafka, desentonaba con la estética centroamericana, sin embargo, cuando descubrí que este lugar también ofrecía hospedaje y cuando más de una vez pasé por su fachada y vi a turistas reunidos frente a un guía, lo comprendí todo.
Kafka escribió sobre Antigua sin saberlo, esta ciudad es Gregorio Samsa. Trata de entenderse a sí misma, busca permanentemente saber quién es, está traumada, marcada por el abandono y la soledad. Por lo tanto, necesita de la visión externa para autoafirmarse y comprender su identidad. Es a través de sus visitantes que es posible definir Antigua. Porque ellos con sus pasadas esporádicas también son la ciudad. Una ciudad Gregorio Samsa. Una ciudad en permanente metamorfosis.