Comentario Disco: “Nudo Ciego”.

Comentario a Nudo Ciego de Andrés Valdivia, publicado el 30/01/07 en Super 45:
El primero de Agosto de 1981 MTV comienza sus transmisiones con el one hit wonder de The Buggles, ‘Video killed the radio star’. 25 años después, en la última entrega de los premios gringos de la cadena televisiva, Jack White acompañado de sus Racounters, parafrasea “Internet killed the video star”. Por lo visto el vocalista de The White Stripes, no había escuchado Nudo Ciego de Andrés Valdivia. Un disco concebido para ser compartido a través de Internet, con la finalidad de que lo escuche la mayor cantidad de personas posible.
El proyecto de Valdivia es un riesgo en términos comerciales, pero llega a la esencia de la misión que tiene la música: ser escuchada. Aún cuando esto se presta para un largo debate, resulta valiosa la búsqueda de nuevas plataformas para dar a conocer la creación musical, ya que a partir de riesgos como este, se pueden abrir cada vez más oportunidades de distribución para la música.
Muchos asociarán a Andrés Valdivia con ‘Encontrar’, canción principal de Departamentos Vacíos, soundtrack de la película Se Arrienda, de Alberto Fuguet. Un tema que nos reveló a un cantautor introspectivo, triste y existencialista. Sin embargo, en Nudo Ciego, aunque la tristeza es constante en la atmósfera del disco, es una tristeza agridulce, que se esconde a ratos en guitarras alegres sacadas del folclore chileno, que luego de ser raptadas y mezcladas con sonidos urbanos, crean un universo indefinido y, por lo mismo, original, que acogerá letras menos oscuras e introspectivas que se alejan del cuestionamiento personal, para hablarle a una chica o simplemente para reflexionar sobre temáticas que preocupan a Valdivia, como la violencia.
Destacan en el disco dos canciones. Por un lado, ‘Vulgar’, quizás la más oscura y melancólica en su melodía y una de las más potentes en su letra: “Y es tan vulgar/ ser joven y estar muerto/ y al final sigo estando donde partí/ tan lejos de ti”. En ‘Intruso destino’, por su parte, Valdivia se arriesga en hacer una narración, contándonos la historia de un condenado a muerte. Esta exploración quizás sea el primer paso para descubrir a un cantautor que se distancia de lo tradicional y que además de hablar de amor es capaz de contar buenas historias. Esperemos que sea así.
La interpretación de los instrumentos a cargo del mismo Valdivia, es precisa, especialmente en el dosificado uso de la percusión, lo que hace de este un disco agradable, sin gran experimentación ni giros fortuitos, con canciones pegajosas y altamente tarareables.
Puede que Jack White, siga pensando que Internet va a significar la perdición de los músicos, pese a que las estrellas de radio y de videos siguen respirando. Sin embargo, los que sólo queremos escuchar, escuchar y escuchar buena música, de seguro agradeceremos que un cantautor o una banda quieran compartir su trabajo con nosotros, como Valdivia, cuyo disco puedes bajar en http://www.craneoproducciones.cl/. Si te gusta o no, ya es tu decisión.
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Comentario Discos: “Sólo Resta Sumar” y “La Futura Mirada del Ex Tenista”.

Comentario a Sólo Resta Sumar de El Robot Bajo el Agua y a La Futura Mirada del Ex Tenista de Sebastian Kramer, publicado el 05/01/07 en Super 45:

Richie Tenenbaum era un buen tipo, pero tenía un problema; estaba enamorado de su hermanastra. Sebastián Kramer escribió una canción y se la dedicó a Richie Tenenbaum. Sebastian Kramer no estaba enamorado de su hermanastra, pero si quiere mucho a su hermano Nicolás Kramer. Nicolás Kramer es músico igual que Sebastián, pero no le dedicó una canción a Richie Tenenbaum. Nicolás y Sebastián Kramer formaban parte de la banda argentina Jaime sin Tierra. Sebastián toca la guitarra y Nicolás canta. Nicolás y Sebastián ahora tienen cada uno su propio disco. Y Richie Tenenbaum ahora tiene una canción.
En Sólo Resta Sumar, el disco de El Robot bajo el Agua, banda de Nicolás Kramer, nos enfrentamos a una base electrónica constante, que hace honor al nombre de la agrupación, porque funciona como un ritmo submarino que hila las canciones, lo que corre el riesgo de cansar a melómanos impacientes.
El material toma sin mayores prejuicios elementos kitsch, como sonidos sacados de video juegos, arpas y coros angelicales mezclados con melodías que dialogan con la balada romántica, junto a la particular voz de Nicolás y conforman un conjunto difícil de definir, ya que no queda del todo claro si es que estamos ante un ejercicio de estilo o ante una canción conectada directamente con los sentimientos del artista. Lo mismo ocurre con las letras, en un momento nos enfrentamos a frasecitas lúdicas que se quedan en lo simpático: “El universo es una pista de baile/ y nosotros somos los parlantes”. En otro nos topamos con versos que pecan de melosos: “Sintiendo el perfume de tu flor/ ya no hay demarcación entre la madriguera y el ratón”. Y en otros nos encontramos frente a imágenes potentes: “Si supieras las ganas de abrazarte que tengo/ dejarías a tu novio bailando solo”.
La irregularidad hace del disco un trabajo arriesgado, con canciones que en su mayoría te tendrán tarareando toda la semana, pero entre las que se cuelan piezas que te dejan helado. Es posible que ese sea el espíritu que Nicolás Kramer quiso darle a su trabajo; ya en la portada del disco vemos una combinación de objetos disímiles en un patio que puede ser la vida misma, al que sólo resta sumarle más, pese a sus contradicciones, como un robot bajo el agua.
Sebastián Kramer que colaboró como guitarrista en el disco de Nicolás, presenta una placa más rockera e introspectiva. La Futura Mirada del ex Tenista, canción que da nombre al disco y que está dedicada al ilustre personaje de The Royal Tenenbaums, es una pieza melancólica en primera persona, que te transporta a una tarde de lluvia donde lo único que vale la pena es dejar todo botado y respirar, nada más, respirar.
Esa melancolía le da el tono a la atmósfera que atraviesa todos los tracks, en un relato pausado, traumado y doloroso, de lo que pasó cuando un amor se acabó: “Aquí voy de nuevo/ Completamente solo/ Complejamente enfermo/ Prácticamente neutro”. El trabajo es el soundtrack perfecto si terminaste hace poco con tu novia. Un soundtrack que formará parte de la película argentina Capital, del director Augusto González Polo.
La guitarra cobra importancia en un álbum en el que bajo y batería son complementos cuidadosamente medidos, junto a algunas bases electrónicas quisquillosas que le dan un toque moderno y de sensaciones urbanas, a un disco que puedes descargar completo en extenista.blogspot.com.
Probablemente estas canciones, también son el soundtrack personal de Richie Tenenbaum que, parado en la mitad de la cancha de tenis, sin nadie a su alrededor, con su cabeza rapada, recuerda ese maldito día en que intentó suicidarse. Comienza a anochecer, la vincha, la raqueta y las muñequeras, están tiradas en el suelo, Richie parafrasea: “Hay mañanas/ que parecen lavarlo todo/ Pero igual/ Después llega la noche/ A traerme mis miedos ”. Solo, completamente solo.

Comentario Cine: “The Devil and Daniel Johnston”.

En el contexto de la versión 2006 del Festival In-Edit, publique este artículo en Super 45 el 18/12/06 :

El sábado se exhibió en In-Edit, la muestra de documentales de música, The Devil and Daniel Johnston, de Jeff Feuerzeig. Si no fuiste a verla, debes conseguirla ya.
En esta película estamos ante la historia de un creador – Daniel Johnston –, en constante pugna con sus demonios personales, que lo atormentan y condicionan su existencia. Johnston es retratado como un genio, excelente dibujante, creativo director de cortometrajes en super 8 y compositor de excepción. Aún así es un tipo inadaptado, las cosas en su cabeza no cuajan del todo y a medida que se va convirtiendo en adulto comienza a hacerse cada vez más manifiesto su síndrome maniaco-depresivo, que lo llevará a perder la conciencia sobre la línea que divide fantasía y realidad.
Pese a sus tormentos y a los precarios métodos de difusión que tiene su obra, comienza a generar un culto de seguidores, que lo sacará del anonimato, en gran medida gracias a una polera con su nombre que usó Kurt Cobain durante un periodo, cuando el líder de Nirvana, era “el” referente de los noventa.
Parte importante de la historia está contada por el propio Johnston, que suele grabar su vida en cassettes, y por su entorno más cercano – padres, familia, ex novia-, por lo que el relato que podría prestarse para un dramón de proporciones sobre lo que significa vivir con una enfermedad mental, es más bien una narración sincera y conmovedora, con un tono liviano e incluso humorístico que saca más de una carcajada. Este equilibrio entre historia profunda y narración liviana, es quizás uno de lo mayores méritos del documental, porque le permite al director la libertad de emocionar y sorprender en momentos precisos.
Se van a encontrar con un material de archivo de primera – ojo con los cortos de Johnston – y con más de algún detalle freak que les sacará una sonrisa (no dejen de ver los créditos finales). Definitivamente es un trabajo que prueba una vez más que documental no es sinónimo de fome, y que las pequeñas historias con grandes personajes se ajustan perfecto a este formato, como esta, la historia de un tipo que al igual que Gasparin, uno de sus personajes favoritos, sólo quería ser muy popular y sonreír, pero el demonio estaba acechándolo.

Comentario Disco: “Niñoboy”.

Comentario al disco homónimo de Niñoboy,  publicado en Super 45 el 14/11/2006:

Espinillas, jockey con malla atrás, una cadena colgando del pantalón, el skate deslizándose por Providencia y en los audífonos voces limpias cantan sobre amor y encontrarse a sí mismo. Niñoboy, en su placa homónima, nos trae kilos de hormonas adolescentes saltando sin parar. Canciones desesperadas, igual que un púber con mucho que decir, pero que todavía no tiene claro cómo controlar el flujo de ideas que reverbera en sus neuronas tratando de escapar.

El sonido de Daniel, Bruce, Pondie y Tosh es el eslabón perdido entre un disco indie de rock melódico que roza con lo experimental y una banda pop que desea estar en los primeros números de las radios juveniles. Lo que lleva a recordar una propuesta como la del disco debut de Glup!, quienes como ya es sabido optaron por el segundo camino, con un resultado irregular. El mismo camino que por el momento se hace más patente en las melodías y líricas de Niñoboy.

No cuesta imaginar un poster de estos chicos en piezas de escolares, un video colorinche filmado en digital circulando en los canales de música y un montón de groupies dedicándoles poemas en sus blogs. Es un disco que si logra la suficiente circulación puede convertirse en un indispensable de esos púberes que exigen una música más inteligente al pop, pero que no desean algo más allá de canciones pegajosas con letras que les lleguen. Desde esta perspectiva, ‘¡Grita!’, primer corte del disco, lo tiene todo para convertirse en un hit.

El material fue grabado y producido de modo casero, lo que le da una dosis de soltura y originalidad, sin embargo a veces se sale de control con algunos excesos de distorsión que ensucian el sonido. Esto último evidencia a una banda que todavía está probando opciones estéticas en sus composiciones, por lo que aún tienen pendiente terminar de calibrar su música e identidad. De todos modos, estamos ante un primer LP que nos advierte de un grupo al que le queda mucho por gritar.

El CD continúa girando, el viento choca contra su cara, está tratando de olvidar, pero por más que lo intenta el skater no deja de odiarse. Se detiene unos segundos, exhala profundo, su polola lo pateó en la mañana, adelanta el disco hasta el track 9, empieza a sonar ‘Kangarú’, vuelve a exhalar y mientras las ruedas se mueven por inercia, corea: “Soy un libre pensador, sí / soy democratizador / soy un auto represor, pero sigo siendo un tonto huevón”.

Comentario Disco: “Yo odio a las Jonathan”.

Inauguro con esta reseña a Las Jonathan, que publiqué en Super 45 el 18/07/2006:

Las Jonathan

– Tres minas haciendo música.
– ¿Qué? ¿La decimotercera generación de Supernova?
– No, buena música.

Luego de sus dos singles (“Jonathan” (2004), “Estados Alterados” (2005)), Las Jonathan debutan con su primer larga duración “Yo amo a las Jonathan”, distribuido por Cápsula Discos. El sonido de Ale, Susana y Rusia, goza de una frescura vintage, combinación de melodías retro como sacadas de Pulp Fiction con voces poperas que se pasean por los territorios del punk.
Aunque no se definen específicamente como feministas, estas chicas desde el más sincero rock de garage, vienen con todo el girl power al que las bandas pop aspiraron y nunca pudieron alcanzar. Así, lo más destacable de su repertorio son los temas en que asumen su postura de minas rockeras y a partir de ese rol elaboran versos de pura verdad, como: “Porque la vida no es una película en la que siempre sabes qué decir y cómo reaccionar…”, del track “Necesito una canción”, uno de los más potentes del disco.
El punto débil del LP aparece cuando las muchachas, acudiendo a sus pasados punketa (“Día 14” Susana y Rusia; “Pendex” Ale), se alejan del mundo de los sentimientos y prueban con líricas contestatarias que no dicen nada que otras bandas no hayan proclamado antes hasta hartarse, así canciones como “La Mano” o “Agua en aguas”, se pierden en un trabajo que ya tiene suficiente peso en su original sonido y en una actitud lúdica que se agradece.
“Yo odio a Las Jonathan” es un material entretenido, ideal para bailar con tu chica, aún así algunos tracks te golpearán profundamente donde más duele y desearás que jamás te digan: “Si no vas a estar dímelo ahora… En este mundo no cabemos los dos”. También es una invitación excelente para que las quinceañeras tiren al tacho sus Cd’s de Avril Laringe y descubran donde está la verdadera actitud rockera. A las Jonathan, es difícil odiarlas.