Gabriel García Márquez (1927-2014)

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Aunque el García Márquez que seguramente va a ser más recordado será el de las guayaberas y ficciones con mujeres levitantes, viejos alados, niños con cola de chancho, los Buendía y ancianos con el vigor sexual de un adolescente, el que se queda conmigo es el GM pre boom, un tipo flaco, de terno y corbata, pero ya con el bigote característico.
Hace años, cercano a egresar como periodista me compré en una librería en dos tomos gruesos de fino empaste “Textos costeños” y “Entre cachacos”, cada uno cubierto con una solapa de papel, uno amarillo y el otro verde pálido.
En esos textos descubrí a un GM que me resultó infinitamente más cercano que el de sus novelas y cuentos. Sobre todo en “Textos costeños”, el primer volumen, me encontré con muchos artículos breves de un periodista joven, que recibía el pago por texto publicado, y que con ese dinero podía financiar una buena comida, cigarros y algo para beber.
Lo que me fascinó fue que en los artículos había un diario de vida encubierto, en su descripción de los pasajeros de un viaje en tren, lo vi sentado en una esquina tomando apuntes mentales, en su elogio al acordeón leí el pulso entusiasta de un melómano a lo “Casi Famosos” y en su texto sobre Charlie Chaplin vi a un cinéfilo sentado solo frente a una pantalla dejándose fascinar por las imágenes.
La sensación era parecida a la de conversar con un amigo. Podía imaginar su voz frente a una cerveza, contándome sobre las entrevistas que le estaba haciendo al naufrago que nadie más quería entrevistar y la serie de artículos que saldría publicado sin su nombre en las próximas ediciones del diario. Ese, el periodista y también el fan, es el GM que me impactó, el que se quedará conmigo y que me acompañó mucho en un momento puntual de mi vida. ¿Cuál es el tuyo? ¿Qué texto te marcó?

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