Publicado en La Segunda el 14/10/20016
Las elecciones municipales ponen al barrio en agenda y con ello una nostalgia de la que carecen otras contiendas electorales. Sin la mediatización permanente de los candidatos a concejales y alcaldes, que ocurre sólo en casos excepcionales, la conquista de los votos entra en los códigos de las campañas premodernas —preeminentes hasta la década de los cincuenta, cuando se comienza a masificar la televisión—, que se concentran en el contacto directo entre candidato y elector. Caracterizadas por su impacto en universos de votantes reducidos y porque cuentan con candidatos en su mayoría desconocidos para el electorado, ya sea porque comienzan su carrera política o porque no han tenido exposición masiva, la campaña premoderna es más una competencia de partidos que de candidatos, en sectores que suelen tener tendencias predecibles en su sufragio. La elección de 2016, sin embargo, ha hecho evidente la crisis de confianza hacia los partidos políticos. En estas contiendas era habitual el voto dirigido a una colectividad, lo que permitía a algunos ediles permanecer en sus cargos como protagonistas de novelas de realismo mágico, y desplegar campañas que eran de posición política para mantener un voto que consideraban propio. Ahora, sin embargo, se ha pasado a una campaña de conquista, en que los partidos han tenido que reaccionar personalizando sus apuestas con candidatos que ya cuentan con visibilidad mediática, como políticos de trayectoria, ex participantes de realities y bailarines de televisión. Se trata de un intento por ahorrarse el proceso de posicionamiento de los candidatos menos conocidos. Estos, a su vez, han debido recurrir a mecanismos de mayor o menor ingenio, dependiendo de sus capacidades creativas, para que sus electores sepan quiénes son y puedan confiar en ellos. Medidas ansiosas como aparecer photoshopeado junto al Presidente de los Estados Unidos u otras que recurren a un abierto sentido del humor, como reemplazar un cartel roto con el candidato de carne y hueso, tener mascotas de espuma, eslóganes picarones y memes han sido parte del repertorio. Además de los puerta a puerta vecinales, se intenta de soslayo tocar el timbre de los medios masivos, y en su defecto, al menos conseguir un efectivo clic a clic.